La psicogenealogía parte de la premisa
de que determinados traumas y comportamientos inconscientes
se transmiten de generación en generación, por lo que para que un
individuo tome consciencia de ellos y pueda desligarse de los mismos es
necesario que estudie su árbol genealógico. Ahora nos encontramos en la
segunda parte, después de un arduo trabajo en el que hemos recopilado y
organizado mucha información sobre nuestro árbol genealógico.
Tal vez ya visualizamos “la misión loca de nuestro
árbol” que puede consistir en una profesión (el abuelo era abogado como
nuestro padre y como nuestro caso), en un determinado tipo de
casamiento, o en cualquier otra determinación… Cuando nos separamos de
su programa establecido empezaremos a encontrar resistencias que simbolizan las quejas de nuestro árbol para que nos liberemos del contrato de lealtad que nos une a él.
Estas resistencias son como corrientes marinas que se
oponen al avance de un navío. Pueden manifestarse sin que el mismo
consultante sea consciente e influyen tanto en su comportamiento, como
en hechos sincrónicos que suceden alrededor del momento en que se pone en marcha un cambio.
Imaginémonos el árbol genealógico actúa como un camarero
que lleva su bandeja, cargada con vasos y botellas, apoyada sobre una
mano. Cuando un vaso se sale de su sitio (el individuo que toma
consciencia), toda la bandeja se desequilibra y eso es lo que el
camarero tratará de evitar. Debe encontrar el nuevo punto de equilibrio, es un momento donde el árbol “grita”, se desequilibra el sistema.
¿Hasta dónde podemos llegar?
Es muy importante entender que cuando nos movemos
llevamos a todo nuestro “clan” con nosotros (se dice que junto a
cualquier persona siempre viajan todos sus ancestros, unas catorce
personas como mínimo: los padres, abuelos y bisabuelos). En algún
momento de nuestra vida escuchamos la “llamada” para realizarnos, pero
una pared de resistencias se opone a nuestro avance,
como una bestia que nos frena. En ese momento necesitamos encontrar a
una figura que actúe como maestro/a que nos abra una puerta en esa
muralla defensiva que es el árbol genealógico.
También podemos dejarnos conducir por un experimentado
arbolista que sin duda nos facilitará el proceso y sabrá cómo trabajar
con nuestras resistencias para desarmarlas. El arbolista es un conocedor
de los símbolos que se emplean en las diferentes culturas y
tradiciones. Señala las cosas que ve y marca el camino, pero es el
consultante quién ha de realizar el esfuerzo por sanarse, nadie lo puede
hacer por él.
Recordemos que aunque un maestro pueda indicar dónde está la puerta, somos nosotros los únicos que podemos cruzarla.
En ese nuevo camino que se nos abre, nos encontramos con
aliados que nos ayudan y con enemigos que nos recuerdan la persistencia
del pasado. En un punto del camino morimos a lo que éramos y
realizamos una “mutación”, traicionamos a nuestro “clan” (en realidad lo
que ocurre es que elevamos nuestro nivel de consciencia, dejamos de repetir viejas fórmulas caducas).
Hay que aclarar que nuestro éxito también es el éxito de
nuestro árbol genealógico. Lo que nos damos a nosotros mismos, se lo
estamos dando a nuestro árbol. Entendemos que las resistencias son
reacciones de defensa. Cada vez que nosotros “movemos algo” nuestro clan
también se mueve por efecto del inconsciente familiar que trata de reequilibrar
la situación. No estamos atados a ese inconsciente, aunque sin duda nos
“fastidia” cada vez que tratamos de transformar alguna cosa.
En muchas ocasiones no queremos cambiar porque nos identificamos más con la identidad que nos dio el árbol que con la propia,
porque además, pensamos que si cambiamos ya no nos van a querer igual.
Si siempre he sido “el vago de la casa, como el tío Roberto y ahora me
vuelvo trabajador… ¿qué va a pasar?, ¡no me voy a reconocer! y para
colmo, ¡no me van a reconocer, ni a querer si me salgo del guión!”
Hay múltiples formas en que esas trampas-resistencias asoman
en nuestro avance, pueden aparecer enmascaradas de muchas formas, por
ejemplo: no encontrar los datos, o que los encuentre y se me pierdan,
llegar tarde o faltar a la cita con el arbolista… Es bueno que sepamos
detectarlas, para interpretarlas y desactivarlas antes de que boicoteen
nuestro avance hacia lograr la finalidad.
El disolvente universal es una persona que ha desarrollado en su corazón el amor divino. Un amor que disuelve todas las resistencias.
BNE Torreón
- Fuente: Alejandro Jodorowsky
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