sábado, 22 de febrero de 2014

Una compasión posible / Julio Bevione



Algo que debemos tener muy en claro en nuestro intento por despertar una mirada espiritual, es que al leer libros o asistir a conferencias, no estamos más que informándonos, porque solo es en la acción cuándo comienza nuestro verdadero trabajo. Leemos de amor, pero amando es cómo podemos experimentarlo, en verbo, no en sustantivo. Práctica, práctica y más práctica. Es la acción que instalará en nosotros, ese nuevo hábito.

Y uno de esos hábitos que instalan el amor en la existencia humana, es la compasión. El hábito de reconocer nuestros impulsos egoístas, donde la mayoría de ellos están rellenos de miedo, para luego decidirnos a tener una mejor actitud, en cada oportunidad, en cada encuentro, con cada pensamiento, es una tarea posible (posible y necesaria).

El trabajo comienza por crear las condiciones. Si estamos distraídos, o apurados, o demasiado atados a nuestras razones, nuestra meta se diluirá en el intento.

Por eso, sugiero mantener una práctica que se base en tres partes.

La primera, en cultivar emociones que favorezcan una actitud más amorosa: Los estados emocionales se sostienen en la suma de lo que sentimos durante todo el día, cada día. Y si no comenzamos por serenarnos, ser más amables, suavizando nuestras actitudes cuando se nos hace más fácil, y con las personas que nos cuesta menos, nos resultará una tarea titánica lograrlo cuando más lo necesitemos.

Lo segundo, es cuidar nuestros pensamientos: Existe una conversación silenciosa de la que no siempre estamos alerta, pero que crea la mayoría de nuestros impulsos. A veces, cuando una persona muy pacífica tiene un ataque de ira, me preguntan ¿De dónde salió esa actitud reacción?, y les recuerdo que antes de exteriorizarse, hay una actividad invisible, pero muy poderosa, que genera lo que luego manifestaremos al mundo. Esa actividad está ocurriendo en un espacio interno que puede pasar desapercibida si no nos aquietamos, y la observamos. Para eso, necesitamos detenernos, aquietarnos varias veces al día, especialmente cuando estamos agitados o enojados, y observar lo que está sucediendo en nuestro pensamiento. Es allí, cuándo se está gestando el próximo acto que viviremos.

Y, finalmente, mantenernos en estado de alerta: Esto es más sencillo de lo que parece. Se trata de observarnos regularmente para no distraernos de los dos pasos anteriores. Entre mis hábitos cotidianos está la regla del “dos por dos”. Cada dos horas, aproximadamente, me detengo dos minutos para respirar profundamente, y revisar mi mente y mis emociones. Así, no debo esperar a que una tormenta emocional destruya, en minutos, lo que he venido cultivando por varios días.

La compasión, bien puede ser un exquisito deseo para la humanidad, o una tarea que asumimos como nuestra responsabilidad, pero ésta última es la que todos necesitamos realizar.

Y sí, claro está, es absolutamente posible.

lunes, 10 de febrero de 2014

La relaciòn entre los pies y el plexo solar


 
El sistema simpático está compuesto por varios centros escalonados en la columna vertebral, desde el cerebro hasta la base de la médula espinal, y una parte periférica , constituida por nervios y ganglios, comunicados entre sí por redes de filamentos nerviosos llamados PLEXOS. El plexo solar, situado a nivel del estómago, es uno de ellos.

Se creía que el sistema simpático (el sistema nervioso simpático es parte del sistema nervioso autónomo) no tenía relación con el cerebro, sino con funciones de otros órganos. Hoy se sabe que ambos guardan una relación muy estrecha. El cerebro no puede actuar directamente sobre los órganos lo hace a través del sistema simpático. Los iniciados trabajan para hacer consciente en ellos la conexión entre el plexo solar y el cerebro, pues una vez que esa relación se hace consciente todo se les facilita.

Hoy nos enfocaremos en la relación entre el plexo solar y los pies.

Mucho se ha hablado del gesto de humildad de Jesús al lavar los pies a sus discípulos, mas no se ha tenido en cuenta la enseñanza esotérica más profunda que implica que Él lavaba sus pies para despertar en ellos las fuerzas de sanación del Plexo Solar.
Seguro muchos habrán notado esta relación cuando tenemos muy fríos los pies, sentimos una contracción en el plexo solar y si comemos en ese momento, no la digerimos bien la comida
El plexo solar es un centro muy importante para nosotros es el asiento del sexto sentido, con el cual percibimos por encima de la mente, sensaciones supramentales. Tenemos que evitar todo lo que lo contraiga, porque ello lleva a la contracción de los vasos sanguíneos y de otros canales del cuerpo y cuando nuestros líquidos circulan mal, a la larga tendremos trastornos de salud. Lo que más perturba al plexo solar y a los órganos internos, hígado, riñones, estómago, etc es el miedo, la ira, las preocupaciones, la duda. Los pensamientos y sentimientos caóticos destruyen la armonía del plexo solar y como éste es el depósito de nuestras energías, nos desmagnetizamos.
Cuando eso nos ocurra
 -busquemos un gran árbol,
-ponemos nuestra espalda sobre su tronco
-poniendo nuestra mano izquierda sobre la espalda, con la palma apoyada contra el tronco, al mismo tiempo que ponemos la mano derecha sobre nuestro plexo solar para recargarlo
-pidiendo al árbol permiso para usar sus energías y agradeciendo después de unos diez a veinte minutos.
También fortalecemos el plexo solar escuchando el agua de una cascada, un río de montaña o manantial. También podemos sumergir las manos en agua más....
EL MÉTODO MÁS PODEROSO ES SUMERGIR LOS PIES EN AGUA CALIENTE
Preparamos el agua, sumergimos los pies y nos los lavamos con las manos, con atención, para reforzar el plexo solar es un método que transforma nuestro ánimo, energía y estado de conciencia.

Si alguna vez tienen dificultad para meditar tomen un baño de pies y verán cómo se facilita la concentración. No es necesario hacerlo muy largo.

Con los pies estamos conectados a la Tierra, a las corrientes telúricas los pies son como antenas y para que las energías asciendan por ellos de forma adecuada es bueno lavarse los pies todas las noches, independientemente de la ducha, lo que también fortalecerá nuestro plexo solar y dormiremos mejor, emocionalmente descargados.

¿Comprenden ahora el gesto de Jesús y sus palabras Cuando uno ya está limpio solo necesita lavarse los pies para estar enteramente puro?...
Reflexionen sobre esto y la relación entre sus pies y el plexo solar y trabajen espiritualmente sobre ello, comenzando por el lavado a conciencia de sus pies y acudir a la energía de los hermanos del reino vegetal, cuando alguna emoción fuerte desvitalice el plexo solar, contrayéndolo.