domingo, 12 de enero de 2014

Sanarse con el Corazón: la Cura milagrosa.

"PULSION" Obra del Artista Plástico Osvaldo Rodríguez
La enfermedad es algo con lo que la humanidad ha batallado durante mucho tiempo. Actualmente, se puede encontrar allá afuera una gran variedad de alternativas, medicinas, remedios, terapias, etc. para lograr una sanación. Sin embargo, a pesar de las muchas propuestas, no siempre la persona puede lograr una sanación entera, no siempre funciona lo que se elige o funciona por períodos. Muchas veces, por más que se busca, no se encuentra la forma de sanar por completo una afección, y se tiene que padecer de por vida, haciéndose uno esclavo o preso de medicamentos, consultas, dolores, etc.
¿A qué se debe la Sanación del Corazón?
La sanación es un proceso de recuperación del equilibrio y las funciones naturales y espontáneas del cuerpo. En realidad, la salud es el estado natural del ser humano. Lo único que hacemos nosotros es interferir o dejar fluir la capacidad que tiene el cuerpo para estar sano.
Una sanación completa no solamente considera un cuerpo, pues el cuerpo sólo es el reflejo de una serie de hábitos y actitudes tanto físicas como emocionales y mentales. Si uno se enfoca en el cuerpo para sanar, lo que se considerara es eliminar el síntoma y entonces la curación estará enfocada en “quitarse el dolor” o el desagradable síntoma cuanto antes, lo que puede provocar que no se lleve a cabo una cura completa, sino un efecto pasajero de alivio. Entonces, tenemos que el dolor se va de momento, pero luego la enfermedad regresa o incluso se agrava.
No es lo mismo aliviarse que curarse. El alivio es una salud pasajera. La curación consiste en volver al cuerpo fuerte, resistente y energético. Cuando uno busca alivio, busca deshacerse del dolor, ya sea disfrazándolo o adormeciéndolo con pastillas sin querer saber más de él. Cuando uno busca sanarse, busca entender el dolor para poder transformarlo.
¿Cómo ocurre una Curación completa?
Una cura completa ocurre cuando, ya sea de forma consciente o inconsciente, se libera de nosotros aquello que está obstruyendo nuestra propia capacidad curativa. Muchas veces no importa tanto el remedio que escojamos para sanarnos, sino que lo que más importa es la intención que tengamos de sanarnos y de considerar y “ver” algo en nosotros mismos que desconocíamos o no comprendíamos.
La salud de nuestro cuerpo no es cosa de suerte. Como hemos dicho, es el resultado de una serie de hábitos y actitudes. Y así como el alimento forma parte esencial de una curación y los hábitos de vida como el descanso, el buen respirar, etc. son parte fundamental de la curación, también lo que sentimos influye poderosamente en nuestro cuerpo. El cuerpo refleja, entre otras cosas, lo que nos conmueve y emociona, y la forma en la que reaccionamos ante lo que nos sucede diariamente. Así que si queremos un cuerpo realmente fuerte y curado, necesitaríamos considerar la forma y la perspectiva con la que estamos viviendo, pues ese puede ser el punto clave para lograr una curación efectiva, profunda e incluso rápida o hasta milagrosa. Considerar esto es considerar la parte más sublime del ser humano: su ser espiritual.
Además de elegir un tratamiento para tu curación, una dieta adecuada y ciertos hábitos de vida, te recomendamos seguir esta guía curativa-emocional que te ayudará a sanarte profundamente.

¿Cómo sanar desde el Corazón?
En realidad es muy sencillo. Se trata de hacer un poco de consciencia en la forma en la que se está viviendo. Muchas veces no se nota, pero se está viviendo con mucha tensión, presión, prisas, descontento, etc. Muchas personas se han acostumbrado a vivir bajo presión, miedo, ira, o ansiedad e incertidumbre, todo esto influye de forma poderosa en la salud, pues bloquea el buen funcionamiento de los sistemas y órganos.
Si te encuentras enfermo o enferma y deseas curarte en verdad, aprovecha este momento y conviértelo en un momento de introspección profunda el cual te ayudara a curarte y a que tu cuerpo en verdad se vuelva más resistente y fuerte.

Algunas preguntas y recomendaciones clave para hacer consciencia y sanar desde el corazón.
Mira lo que haces con más profundidad y pregúntate si estás enfermo:
¿Realmente disfruto lo que hago diariamente? ¿Estoy trabajando con miedo o tensión? ¿Invierto mi tiempo en lo que realmente quiero? Y si no, ¿en qué me gustaría realmente invertir mi tiempo? ¿Por qué no lo hago? ¿Estoy trabajando con un sentimiento de competencia? ¿Me exijo demasiado?
Complacer o rescatar a los demás:
También debes considerar estas preguntas: ¿Estoy tratando de quedar bien con algo o con alguien? ¿Me siento forzado a decir lo que no siento o a ser lo que no soy? ¿Quiero rescatar a alguien o ser “el bueno” de la película, olvidándome de mi mismo?

Estas son otras preguntas claves:
a) ¿Qué es lo más importante en mi vida? ¿Realmente estoy dedicando mi vida a lo que quiero?
b) ¿Estoy encaprichado en que alguien me de lo que necesito y quiero?
c) ¿Le exijo constantemente a las personas como deben ser, según mi punto de vista?
d) ¿Qué es lo que me falta para hacerme feliz?
e) ¿Realmente quiero ser feliz o quiero que los otros me hagan sentir feliz?
f) ¿Me critico demasiado?
g) ¿Cómo me hablo a mí mismo?
h) ¿Permito que los demás me traten de formas indignas o poco respetuosas?
Usa tu tiempo con sabiduría.
Todas estas preguntas te pueden ayudar a reorganizar y orientar tu tiempo y dedicación hacia lo que realmente quieres. Quizá te des cuenta de que quizá sería conveniente llenar tu vida con nuevas ideas y nuevas formas de reaccionar; quizás darte más tiempo libre para ti y para realizar lo que realmente deseas.
Puede ser que hayas visto la forma severa en que te hablas o tratas o estás permitiendo que alguien te trate como no te gusta sólo porque tienes miedo a cambiar o seguir otro rumbo. También puede que consideres el ritmo con el que has vivido y qué tanto has nutrido tu parte espiritual, lo cual consiste principalmente en aprender a ser feliz y a sentirte libre y creativo. Vivir con prisas, acelerado, tenso, con resistencia, etc. te exenta del disfrute y gozo de lo que realmente haces. Y esto no te llevará sino a enfermarte tarde o temprano.
Estar dispuesto al cambio. Considerar lo anterior es comenzar a tener disposición para un cambio mucho más placentero en tu vida. El primer paso es darse cuenta de qué es lo que te está provocando resistencia, disgusto o ganas de no querer “estar en el día”. Luego, debes empezar a reorientar poco a poco tus actividades hacia lo que realmente quieres o sientes que quieres ser o hacer. El simple hecho de querer reorientar tu vida hacia lo que quieres comienza a despertar una energía en ti que activa la fuerza curativa en tu cuerpo. Es como decirle al cuerpo con total convicción: ¡ahora sí quiero estar aquí!
¿Perdonar sana?
En realidad sí y es un paso importante para sanar. Pero sólo si comprendes que es realmente perdonar. Perdonar no es una acción forzada. Perdonar es un estado de comprensión. Significa, a grandes rasgos, que te has dado cuenta de que nadie en esta vida sabrá hacerte feliz, porque unos no saben ni cómo serlo y otros están muy ocupados en sus propios dolores o carencias, o simplemente porque nadie tiene la obligación de hacerte feliz. Así que ser feliz es tu responsabilidad.
Cuando entiendes en verdad esto, entonces podrás notar que nadie te debe nada porque todos han hecho, dentro de sus posibilidades, lo mejor que han podido. Estar enfocado en que alguien debió ser de determinada forma o culpar a tus padres porque no te criaron de la forma adecuada no tiene ningún sentido cuando en verdad quieres sanarte. Ningún padre sabe cómo criar exactamente a un hijo, ni las personas que te rodean saben cómo querer o relacionarse de forma armónica porque no lo han entendido en ellas mismas. Así que empieza por ti; enfoca tu energía en encontrar lo que amas y te complace, y verás como poco a poco el rencor sale de tu corazón.
No te desesperes mientras te curas Si en verdad has puesto empeño a tu tratamiento y has considerado y hasta empezado una nueva forma de ver y vivir la vida, y no ves cambios en tu salud, no te desesperes. Piensa que tu cuerpo tomará el tiempo que sea necesario para restaurarse, pero no pierdas de vista que te estás curando, pues si sanas tu corazón y tu vida, tu cuerpo sin duda sanará.

Sé persistente y no dejes de enfocarte en lo que quieres lograr y en lo que amas, no pierdas de vista la imagen del hombre o mujer en que quieres convertirte. Si eres paciente contigo mismo y te empeñas en sanarte considerando todo lo que eres, tanto en tu aspecto físico como en el mental y el espiritual, la curación sin duda se dará.
 
TEMADICTOS. SAIKU
 

lunes, 6 de enero de 2014

Actividades de Verano


"El Camino más Fácil para Criar a tus Hijos" Mabel Katz


La Paternidad en estos Nuevos Tiempos con Ho'oponopono
 
La paternidad puede ser más fácil de lo que piensas, mucho más gratificante y efectiva si solo recuerdas un par de verdades.
Ho´oponopono, una antigua forma de resolver problemas nos enseña que nuestras experiencias y memorias nublan la conciencia de quiénes somos realmente y cómo podemos crear la vida que deseamos. A medida que vamos creciendo y con cada día que pasa, adquirimos preocupaciones, temores e inseguridades que crean creencias limitantes basadas en juicios y opiniones. Finalmente, nos desapegamos de quienes somos realmente y comenzamos a perder nuestra conexión con la naturaleza y el universo de DIOS (nuestra pura fuente). Las preocupaciones, temores, inseguridades, juicios, opiniones y creencias, son solo “errores” y Ho´oponopono puede ayudarnos a borrarlos. Ho´oponopono es como la tecla de suprimir en el teclado de tu computadora. La mayoría de los problemas y dificultades que tenemos con nuestros hijos son controlados por nuestras memorias. Muchos de estos problemas son creados por programas en nuestro banco de memorias; comienzan a tocar y luego aparecen en nuestros monitores, los cuales nos hacen reaccionar con nuestros hijos de ciertas maneras. Nuestras reacciones son solo memorias repitiéndose.
Una forma de que podamos borrar las memorias que crean esos problemas (errores) con Ho´oponopono es decirle “GRACIAS” (apretar la tecla de suprimir) en vez de resistirlas (hablarle al monitor).
Mi maestro, el Dr. Ihaleakalá Hew Len, con quién he estudiado durante 12 años, siempre dice que es más fácil enseñarle a una silla a hacer Ho´oponopono que a la gente, porque la gente piensa (intelecto). Estamos siempre pensando, comparando y contando historias. ¡Estamos siempre tratando de entender! Siempre me resulta más fácil enseñarles este concepto a los niños. No complican los asuntos con innecesaria racionalización ni sienten que necesitan entenderlo todo, ¡como nosotros! En
realidad, tener niños en mis entrenamientos ha sido el mejor regalo para mí. Obtengo tanto amor y sincera confirmación de ellos, porque como tú sabes, los niños son mucho más honestos con sus sentimientos debido a que no han adquirido todavía todas las memorias que los controlan.
Cuando les digo a los niños: “Solo digan ´Gracias´ y luego suelten” se van contentos saltando y jugando repitiendo “Gracias”. Cuando le pido a los adultos que digan “Gracias” y luego suelten”, los adultos preguntan: “¿Cómo dices gracias? ¿Lo tengo que decir de verdad? ¿Lo tengo que sentir? ¿Tengo que pensar en algo mientras lo digo?” Estamos siempre tratando de entender pero no hay nada que entender; solo necesitamos hacerlo (solo aprieta la tecla de suprimir). ¿Estás de acuerdo, que los niños no analizan todo, solo lo hacen?
¿Piensas que tus hijos están aquí para que les enseñes, para decirles qué es lo correcto y perfecto para ellos? De hecho, ellos son tus gurús y han venido a enseñarte. Están aquí para darte una oportunidad de borrar aquellos programas. Si no sabes lo que es correcto para ti, ¿cómo puedes saber que es correcto para ellos?
No hace mucho tiempo, una mamá vino a mí luego de una conferencia y me comentó que su hijo quería decirme algo. El niño tenía 8 años y me dijo: “Le dije a mi mamá, ´gracias por traerme´. Voy a practicar esto así tendré menos problemas cuando crezca”. Luego la madre me consultó sobre un problema que tenía. Necesitaba mi consejo. Miré a su hijo y le pregunté: ¿Qué le dirías a tu mamá? Y el niño respondió: “Le diría que no se preocupe tanto, que no se lo tome tan seriamente”. Y luego le dije a la madre: “La próxima vez que tengas un problema, ¡pregúntale a tu hijo!”
Tus hijos están en tu vida para mostrarte lo que necesitas trabajar en ti. No sientas temor de resolver problemas con ellos. Te asombrará su conexión con inspiración y cuán sabios son. En realidad saben mejor, porque son más puros y verdaderos respecto a sus sentimientos y pensamientos. ¡Solo están esperando que nosotros lo entendamos!
Los niños te observan; no te escuchan. El amor y la aceptación hacia uno mismo son fundamentales para nuestro bienestar. Lo mejor que podemos hacer por ellos es mostrarles que nos amamos y aceptamos como somos. Éste es el mejor regalo que le puedes ofrecer a tu hijo y esto los ayudara a evitar buscar el amor y la aceptación afuera, como nosotros lo hicimos.
El amor es el viento debajo de tus alas. Necesitas amarte a ti misma/o, ser feliz < y predicar con el ejemplo >.
Padres amorosos crean hijos amorosos e hijos amorosos crean un mundo de amor. Cuando desperté a esta verdad (era muy escéptica y cerrada anteriormente), le dije a mis hijos: “Saben, Uds. pueden ser felices ahora; no tienen que esperar como yo”. También les enseñé que estaba bien que se pusieran a ellos en primer lugar y que hicieran lo que funcionara para ellos. Sí, comprendo que esto suena un poco egoísta, pero lo que descubrí fue que cuando haces algo por los demás o pones a los demás primero (aun a tus hijos) si no funciona para ti, no funcionará para ellos . Cuando tú estas bien, tus hijos están bien. No es al revés. La era del sacrificio terminó. Necesitas despertar. Porque cuando tú eres feliz, tus hijos van a ser más felices. No les puedes dar lo que no tienes.
¿Te gustaría saber cómo comunicarte con ellos más efectivamente? Todo lo que necesitan escuchar de ti es:
“TE AMO, GRACIAS POR ESTAR EN MI VIDA”.
El mejor momento para decírselos es cuando están durmiendo, sus mentes subconscientes te pueden escuchar. Cuando haces esto, tus palabras van directamente a sus corazones. Aun si tu hijo ya no vive contigo, ¡háblale cuando sepas que está durmiendo!
Obtendrás mejores resultados. Si no lo sientes decírselos en voz alta, hazlo mentalmente cada vez que pienses en ellos o sientes que te estás enganchando o reaccionando con ellos. Funciona aun cuando lo hagas entre dientes enojado/a. Recuerda, solo estás apretando la tecla de suprimir, así que lo puedes hacer mentalmente y funciona aun si no lo dices de verdad o lo sientes en ese momento. Cuando haces todo esto, te puedes relajar porque le estás dando a alguien que los conoce mejor, el permiso para que los cuide y se encargue de ellos. Tú realmente no sabes lo que tus hijos vinieron a hacer y/o experimentar en esta vida. Agradece su existencia, y lo que vinieron a ofrecerte y todos recogerán grandes frutos.
Cada vez que dices “gracias” o “te amo” (aun mentalmente cuando no lo sientes) en vez de reaccionar, tratar de controlar y preocuparte, le estarás entregando tus hijos a Dios para que los guie y los proteja. Recuerda, Dios creo a tus hijos y sabe qué es perfecto para ellos. Tú, no.
Los niños son el futuro y podemos cambiar el mundo ayudando a nuestros hijos a mantener su alegría a través del amor y la aceptación de sí mismos. Enseñándoles que están bien solo así como son, que poseen talentos únicos y que está bien ser diferentes. Es mi deseo que un día la infelicidad humana sea una excepción y no la regla. Creo en mi corazón que esto es posible y que con Ho´oponopono lo podemos lograr.