A esta altura del año el cansancio puede afectar la energía, pero con estos tips podrá renovarse.
En la mente del periodista argentino Julio Bevione iban y venían constantemente los mismos interrogantes: ¿Por qué sufrimos?, ¿por qué maltratamos a las personas que más queremos?, ¿por qué queremos tener el control de todo lo que ocurre? Y no tenía respuesta para ellos.
Pero la curiosidad, el motor de su vida, lo internó en una búsqueda que pronto se convirtió en la investigación de métodos y prácticas espirituales que dieran una respuesta concreta a asuntos que solo la filosofía o la religión habían tocado.
En esa exploración, siempre desde el periodismo, encontró una vía de entendimiento en la psicología espiritual, cuyas respuestas comparte desde hace más de 10 años a los miles de personas de distintas creencias religiosas y filosóficas que están en busca de ese algo que no encuentran.
Actualmente Bevione participa en programas de radio y televisión en Estados Unidos y Latinoamérica. Es editor de la revista Ser saludable, de Nueva York, y columnista de Selecciones del Reader's Digest para sus ediciones en español.
Acaba de presentar en el mercado americano su nuevo libro Silencio, vivir en el espíritu, luego de lanzar el año pasado Respira... y ¡sal de tu crisis! (que también lo presentó en la Feria del libro de Bogotá de 2010) y que, según recuerda, tuvo una especial acogida en nuestro país, situación que él atribuye a que los colombianos aún son amigos de los libros, y a que los países de mayor tradición religiosa son también los más interesados en descubrir qué hay más allá y cómo poder estar en paz, ser espirituales, amorosos, pero sin estar tan apegados a rituales y obligaciones con una institución.
¿Manejar de forma tan profunda el tema lo ha hecho más impermeable a las crisis personales o lo sensibiliza aún más?
Ambas. A veces puedo ver lo que viene con tanta claridad que no lo evito, pero lo vivo sin la intensidad emocional que usualmente traen los conflictos. Y, por otro lado, se va abriendo una sensibilidad que no es negativa, sino que me ayuda a poder entender a otra persona sin que diga una palabra. Pero no estoy exento de aprender. Lo que cambia es que cuando sucede algo, lo puedo asimilar como un aprendizaje y eso acelera todo. Ya no necesito quedarme en ese espacio de dolor tanto tiempo.
Actualmente se habla de que muchos de los problemas se deben al apego, ¿Usted considera que eso es cierto?
El apego en sí no es el problema, sino el miedo. Nos hemos desarrollado tan poco en nuestra vida interior, que dependemos de lo externo para estar en paz, ser felices y sentirnos plenos. Y como lo de afuera cambia todo el tiempo, tenemos miedo. Pero una vez nos fortalecemos con vivencias internas, lo externo deja de definir cómo nos sentimos.
¿El concepto del desapego no es un poco llevar a las personas a tomar la vida de una forma más ligera y hasta menos responsable?
¡No! El compromiso no es enemigo del desapego. El único compromiso posible es conmigo mismo, así me resulta más fácil hacerlo con otros, porque estoy obrando auténticamente. Cuando no me conozco, digo que sí a un trabajo porque me conviene, pero no porque tiene que ver conmigo, o me relaciono con alguien porque me beneficio, no porque así lo sienta. Y esa es una irresponsabilidad, porque es una situación que no podré sostener. Al estar comprometido conmigo conozco mis 'sí' y mis 'no', y los respeto.
A estas alturas del año parte de las metas no se han logrado. ¿Cómo se puede manejar esta situación sin caer en la autocompasión?
Cuando yo no logro una meta, me la replanteo y me pregunto: ¿Es lo que realmente quiero? A veces, esas metas son cosas ideales, que quizás creemos necesarias, pero que realmente no es lo que queremos. Por una cuestión natural, cuando deseamos una cosa no paramos hasta lograrla, entonces el error no es la falta de voluntad, sino falta de honestidad cuando nos proponemos un objetivo. Si es algo que deseamos, cuerpo y alma se ponen a nuestra disposición. Muchas veces las metas están destinadas a complacer a otras personas.
Muchos están cansados de su trabajo y quieren empezar una nueva etapa pero no saben cómo hacerlo. ¿Cómo detecta una persona que llegó el momento de hacer un alto en el camino?
La alerta es la falta de alegría. Nuestra alma sabe cuándo es el final y lo anticipa con malestar, cansancio, tristeza y, si no le prestamos atención, llega la enfermedad, física o mental. Y si no tomamos medidas, la depresión nos obliga a paralizarnos. Claro, ¡siempre podemos volver a empezar! En eso consiste la libertad. Los seres humanos tenemos la capacidad de hacer borrón y cuenta nueva, pero queremos ir a lo nuevo sin superar el pasado. Y eso es ir en contra de la naturaleza.
Usted habla de la importancia de hacer un alto y respirar antes de tomar una decisión o de estallar ante alguna situación. ¿Qué tan necesario es saber respirar?
Es fundamental, según lo he experimentado. Hemos minimizado la respiración a un ejercicio físico de intercambio de aire con el ambiente, pero hay mucho más que eso. La respiración, el flujo de energía que ella mueve, puede remover bloqueos energéticos densos en nuestro organismo, y esos bloqueos son pensamientos y emociones. Es decir, que si estoy emocionalmente descompensado, al respirar profundo permito ir 'limpiando' esas emociones. Y si estoy encaprichado con una idea, luego de respirar profundo varias veces aparecerá otra opción que antes no podíamos ver. Es lo que siempre hacemos, es natural. Mi invitación es a hacerlo más consciente en los momentos en que lo necesitemos. De eso hablo en el libro Respira... y ¡sal de tu crisis!
Unos consejos para renovarse a esta altura del año...
El año comienza cuando nosotros lo decidimos. Por convenio lo empezamos en enero, pero si algo no está funcionando como queremos, replanteemos lo que hemos estado haciendo, pero no esperemos a cambiar de año para hacerlo de actitud. Hoy puede ser el primer día de un nuevo ciclo, si así lo decidimos. Hagamos un repaso de los pensamientos que usamos, de las emociones que alimentamos y vayamos purificando lo que no nos sirve. Y, por último, permitamos que Dios intervenga en nuestras decisiones. Cuando Dios dice sí, sentimos paz interior. Cuando algo no es para nosotros, o no es el momento, sentimos malestar, inquietud. Allí debemos parar. Usemos la paz como un filtro de lo que vamos decidiendo en nuestra vida cotidiana.
¡Respira!
- La respiración se puede practicar en cualquier posición en la que el cuerpo esté cómodo, pero se recomienda que al principio trate de hacerlo sentado, con ambos pies sobre el piso, las manos reposadas y la espalda lo más derecha posible, sin quedar incómodo.
- Cierre los ojos. Aunque no es del todo necesario, le ayudará al principio a no distraerse con lo que sucede alrededor y lo hará más consciente de la respiración.
- Conecte la inhalación con la exhalación. Es decir, al soltar el aire, únalo a la inhalación y viceversa. Inhale y exhale sin pausas.
- Respire suave, no deje que haya tensión ni esfuerzo en la respiración. Los principiantes pueden ayudarse con la melodía de una canción. A los avanzados se les recomienda hacerlo en silencio o guiándose por los sonidos que aparezcan a su alrededor.
- Use solamente la nariz para realizar la respiración. Si está congestionado puede usar la boca, pero solo debe utilizar una de las dos vías a la vez.
- Inicie la práctica con periodos de cinco minutos tres veces al día.
- Al finalizar no retome la realidad de golpe. Realice pequeñas pausas entre la inhalación y la exhalación e incorpórese poco a poco.
Cierre y empiece de nuevo
- No deje pendientes.
- No abra lo que no podrá cerrar. Eso le permitirá sentirse más libre, nunca prometa lo que sabe que no cumplirá.
- Dé el paso para cerrar los grandes ciclos. A veces solo se necesita una pequeña acción para lograrlo. Haga una llamada, escriba una carta, discúlpese o haga una visita. Esas acciones pueden cerrar el ciclo con alguna persona o suceso que aún ocupa su mente.
- Expanda lo que hace. Comprométase a dar un 10 por ciento más en todo y a todos, lleve esta actitud a las rutinas cotidianas, pero recuerde que no debe sentirse forzado, sino que debe salir naturalmente. Cuando no lo sienta así espere otra oportunidad. - Expanda lo que se espera de usted. Súmele un 10 por ciento a sus metas, a lo que espera ganar, a donde quiere estar o lo que quiera hacer.
- Suelte las expectativas. Recuerde que este ejercicio es un juego, no se frustre si no logra ir a ese 10 por ciento más allá siempre. Como al principio no estaba en los planes, cuando lo consiga lo valorará mucho más.